A principios de los años 2010, dos emprendedores belgas, Bernard Van Acker y Gabriel Gavazzi, apasionados por la ciencia y la innovación, se plantearon la siguiente pregunta:
“¿Se pueden mejorar los resultados de los cosméticos tradicionales sin recurrir a la medicina estética invasiva, manteniéndose accesibles para la mayoría?”
La respuesta que encontraron radica en el concepto de cosmecéuticos del extranjero, un tipo de producto cosmético que se asemeja mucho a un producto farmacéutico debido a su concentración significativamente mayor de ingredientes activos. Esta mayor concentración permite resultados rápidos, visibles y duraderos, para gran satisfacción de los consumidores.